martes, 23 de febrero de 2016

Stanislav Petrov. El oculto salvador del Mundo.


Las voces del mundo, enmudecieron durante años el Incidente del equinoccio de Otoño, que desde 1983 mantuvo oculto entre la guerra fría que experimentó la humanidad, liderada por dos gigantes, la gran URSS contra el enorme Tío Sam, y el heroísmo escondido entre filas de apartamentos, a 50 Kilómetros de Moscú, en un segundo piso.


Sin afeitar, con los pies cansados y subsistiendo a penas con € 200 al mes, el verdadero héroe, el verdadero premio nobel de la paz, el gran súper humano que nunca llevó una S en su pecho, a penas hoy podemos saber de él.

Fue en 1998, cuando por fin lo hallaron. Rodeado de incógnitas y recuerdos, porque en la historia muchas veces es preciso reconocer más importante lo que casi sucede de lo que pudo ser.

Podemos, a sus 32 años de exilio, recordar al hombre del que la mayor parte del mundo nunca ha oído hablar, y quién después de haber salvado al mundo de un fin atómico, se convertiría en el héroe más grande de todos los tiempos.

En medio del espanto y la amenaza de una tercera guerra mundial, la noche del 25 de Setiembre de 1983, la tensión se acrecentó. Un coronel de 44 años de edad, destacado en la sección de inteligencia bélica de los servicios secretos de la antigua URSS, llegaba a su puesto de mando al centro de alerta temprana de inteligencia y estrategia militar. Desde ese lugar se coordinaba la defensa aeroespacial Rusa.

Por casualidad, o por la razón que más adelante contaría el mismo Coronel Petrov a la periodista Alesia Miguens del medio alternativo (InformadorPúblico.com), “sólo fui la persona correcta en el lugar indicado”. Esa noche el Coronel Stanislav Petrov, protagonista de esta publicación, debería haber estado libre, él fue convocado en última instancia pues el encargado del Bunker Serpukhov 15 se había reportado enfermo. ¡En una noche donde el holocausto estuvo cerca!

La madrugada del 26 de Setiembre, a las 00:14 todas las alarmas se activaron, mostraban que se dirigía a Rusia un ataque con un misil enviado desde bases militares Estadounidenses en Montana, USA.

Algo para lo que debían estar siempre preparados había ocurrido, Petrov dio las órdenes a sus sub alternos sobre las normas a seguir, hizo su parte verificando los datos al momento que pedía confirmación aérea, las cuales fueron negativas dadas las condiciones climáticas.
Un solo misil no era suficiente para atacar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, esa conclusión le hizo considerar el ataque como un error del sistema, sin embargo, minutos después una nueva activación de alarma, anunciaba la detonación de dos nuevos misiles con el mismo objetivo y enviados desde el mismo lugar en América, la costa Este de Estados Unidos. Los puntos rojos parpadeaban mientras la adrenalina se apoderaba de los nervios del Teniente coronel Petrov.

Una nueva alerta confirmó el envío de tres misiles más. Cinco en total, al parecer, habían sido enviados en menos de 5 minutos. Suficiente material nuclear para desencadenar el Armagedón.

El Coronel Petrov tenía que tomar una decisión, alertar a sus superiores, era eso lo que indicaba el protocolo de guerra, sin embargo, mas por una razón que se asocia al sentido común que al tecnicismo militar, el coronel Petrov basó su versión en un tema particular. Después de detonado el primer misil, el sistema de seguridad poseía 29 filtros de alerta más que sencillamente fueron burlados, era imposible que el sistema por completo se equivocara 5 veces en sus 29 alertas por cada misil.


Tenía que ser un error, ¿y si no lo era?


A partir de la activación de la primera alerta, el misil tardaba alrededor de 20 minutos en impactar Rusia, habían pasado 10 minutos, quedaban otros diez para tomar la decisión.

El principio fundamental de la Guerra Fría era enviar de cientos de misiles simultáneos, no 5 y de uno en uno, era un error, mas de cien personas entre oficiales y militares rusos tenían sus miradas puestas en Petrov.


Los objetivos suicidas aún no habían aparecido en el mapa bélico mundial, los rusos sabían que Estados Unidos comprendía que un ataque así no solo activaría la tercera guerra mundial si no que pondría muerte a su propia nación. O tocaba el botón rojo o salvaba al mundo, la paz estaba en manos de Stanislav Petrov.

Decidió mantenerse en su hipótesis de que era un fallo del sistema, se mantuvo. Los más de 100 oficiales a su cargo sudaban mares; si Petrov se equivocaba estaría pasando por alto un ataque 250 veces más desastroso que el que sucedió en Hiroshima y Nagasaki.

Y justamente, faltado 30 segundos para la detonación del primer misil contra Moscú, las sirenas y las alertas se apagaron de golpe, había tomado la buena decisión, acaba de salvar al mundo.

Al mejor estilo de las series de Hollywood, pintorescas y llenas de falsos súper héroes, en 1983 Stanislav Petrov acababa de salvar al planeta de un cataclismo.
Empapados en sudor, sus compañeros los camaradas socialistas, saltaron a abrazarlo y felicitarlo por su gran decisión.  Abrumado y feliz a la vez, Petrov se sentó en un sillón y bebió medio litro de Vodka, luego durmió por 48 horas seguidas.

La indignación recae en el desenlace de esta historia, que aunque en 1983 terminó con un final feliz, no es la misma suerte que corrió  el Coronel Stanislav Petrov, quién fue culpado por no alertar a sus superiores sobre lo ocurrido. Mas tarde ante el asombro el gobierno Ruso quién no podía permitirse que USA y su propio pueblo se enteraran de lo sucedido, decidió adelantar al Coronel su jubilación de la cual hoy a sus 77 años goza. Pensión que apenas le permite salir en busca de suministros de supervivencia, cuando su salud le permite salir del segundo piso del edificio en el suburbio que habita, en su natal Moscú.

Algunos reconocimientos empezaron a adornar a partir del 2004 la pared principal de su vivienda, ninguno de ellos fue otorgado por su país, Rusia.

El Coronel Stanislav Petrov, es el héroe de todos los tiempos, el oculto salvador del mundo.



Referencia:  

InformadorPúblico.com (2015)